Actitud de quienes atribuyen sistemáticamente causas o fines de orden moral a los hechos sociales –y especialmente políticos-o de quienes juzgan dichos hechos a la luz de principios ético.
El moralismo niega a la política su carácter de ciencia natural y cualquier finalidad propia. impide la correcta interpretación de los encadenamientos causales de hechos históricos al explicar cada uno de éstos por alguna decisión individual. Traba la conducción política y la lleva al fracaso al fijarle como meta el "reino de la virtud" en lugar de la afirmación comunitaria.
El moralismo consiste, pues, en una ampliación indebida del campo de acción ética. los valores morales, criterios de la conducta personal, pesan evidentemente en la creación histórica, puesto que son individuos los actores de la vida social. Pero la política tiene sus leyes propias que privan necesariamente sobre las normas individuales, por cuanto la comunidad está por encima de sus componentes, que proceden y dependen de ella y sólo constituyen su "materia prima" momentánea. Rehusar el moralismo no es rechazar la moral sino ponerla en su lugar.
Es de notar, además, que el imperio proclamado de los absolutos éticos en el campo social siempre desembocó en sangrientas tiranías, como si para imponer la virtud a los hombres no hubiera mas remedio que matarlos. Sirvan de ejemplos los casos de los moralistas Cromwell y Robespierre.
Del Dicccionario de Ciencia Política
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